Cuando decides tener un perro es por que
deseas quererlo, quieres depositar en el tu afecto, mimos etc. Sin
embargo, en ocasiones las personas vuelcan sus emociones en el perro, lo que no
siempre les permite desenvolverse de manera natural y estar en
equilibrio.
Según mi experiencia, los dueños con híper-afecto
hacia sus perros, casi seguro que tendrán perros desequilibrados. Algunos de
los efectos serán más evidentes en perros jóvenes y adultos:
Problemas de socialización, gruñidos,
inseguridad, ansiedad, les cuesta trabajo estar solos, problemas gástricos,
baja capacidad de adaptación, miedosos, obesidad, a menudo no comen si no está
su dueño, agitación ante situaciones nuevas.
El dueño que trata a su perro de esta
manera, a menudo argumenta que es parte de la familia, que es como su hijo,
etc. argumentos que son indiscutibles, pero si ponemos atención a los hechos,
será fácil hacerle ver que su hiper afecto genera lo contrario de lo que desea,
su perro no está bien. El tratamiento tiene que ver con cambios de conducta del
dueño, lo que no siempre es algo sencillo. Lo mejor es que los perros siempre
aprenden nuevas conductas y reaccionan de manera positiva al orden y a ser
tratados como perros.
“La mayor prueba de amor hacia un perro es
tratarlo como perro”
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